Ya hay mucho movimiento social de consumidores y consumidoras que leen las etiquetas, aún así alrededor del 19% de la población española no lee las etiquetas de los alimentos que consume. Lo entiendo, es pesado y tedioso, pero una vez que lo haces, ya sabes qué productos te quedas y vas cogiendo destreza al asunto.
Pero, ¿por qué leer las etiquetas? Te doy varias razones. Porque una cosa es marketing y diseño y otra realidad. Porque supongo que quieres saber lo que comes o compras. Porque igual hasta te da rabia que te "tomen el pelo". Por salud, tú y sólo tú decides lo que comes. Porque si elegimos de una manera sostenible nuestros productos podremos, como personas consumidoras, luchar contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad y contra el consumismo. Leer las etiquetas nos ayuda a decidir si lo que compras es sostenible: si es ecológico o usa componentes químicos, si es local y contamina menos su transporte.
Unos principios básicos: en la etiqueta los ingredientes vienen ordenados por orden de importancia, es decir, de lo que más contiene a lo que menos. Por ejemplo: si quieres una lata de garbanzos y estos no aparecen los primeros de la lista, no son los principales componentes. Otra de las pautas es no dejarse sorprender o convencer por los dibujos, o palabras que aparecen en el envase, y leer la etiqueta. Hay palabras que se usan como reclamos como BIO, natural, orgánico, producido responsablemente…, sin ninguna certificación oficial. El etiquetado, muchas veces, llega a contradecir el packaging o el propio marketing.
En el pescado hay que distinguir entrefresco, congelado o envasado, diferenciando entre lo que se considera "marketing" o nombre comercial y realmente la especie que estamos consumiendo. Por ejemplo, "Bonito del Norte" es una denominación comercial aceptada, que nos lleva a pensar qué comemos un bonito capturado en el Cantábrico, cuando no siempre es así. Hay que mirar la etiqueta para saber si ha sido capturado en el Cantábrico o bien en el Pacífico.
En el caso de la ropa, donde cada vez hay más movimiento "slow fashion" la etiqueta que tenemos que leer bien es la de cómo cuidarla y lavarla con muchos menos tóxicos. Existen certificaciones que suelen ser exigentes pero también son caras y no accesibles para emprendedores, por eso hay que poner en valor las pequeñas marcas que, como mínimo, aseguran ediciones limitadas y empleo local, dos criterios de sostenibilidad. Otra cosa a evitar en una prenda es la cantidad de poliester, que es plástico que se desprende como microplásticos en cada uno de los lavados, llegando directamente al océano. Al año se fabrican más de 100 mil millones de prendas de ropa y el 60% contiene fibras sintéticas hechas a base de crudo, que no son biodegradables.
Para los cosméticos hay que seguir el criterio del orden de los ingredientes. Existen numerosas guías que nos ayudan a identificar a través del INCI (International Nomenclature Cosmetics Ingredients) el listado de los componentes de un producto de belleza, así podremos detectar detectar los parabenos, los perfumes o los derivados del petróleo. Y decidir qué queremos comprar.
Otro punto es qué rodea nuestro producto, ya que principalmente los envases son de plástico, y solo a nivel mundial el 9% del plástico se recicla, el 12% se quema y el restante 79% acaba en vertederos o en el medioambiente. La mejor manera de no tener que mirar una etiqueta de un plástico es no consumirlo y tener una alternativa que se pueda usar muchas veces. Sin embargo, lo que sí es importante detectar en el etiquetado o bien saber si es marketing, son "las falsas soluciones" por ejemplo aquellos productos que vienen etiquetados como que su recipiente es "biodegradable" – que tienen un porcentaje de materia vegetal, pero la mayoría siguen conteniendo plástico en grandes cantidades. Este envase no se degrada, porque en el medio no se dan las condiciones para que esto pase; o bien los "plásticos compostables" – para que lo sea debe llevar el sello de OK compost.Estos recipientes pueden seguir llevando plástico y solo se degradan en condiciones de altas temperaturas (hasta 70ºC) y aireación, condiciones que no se dan en la naturaleza. Un producto no llevará indicado en su etiquetado el envase que lo contiene, pero cada vez más vemos estos términos como un "plus" del producto y desde Greenpeace creemos que hay que saber no solo lo que consumimos, sino también el envase que lo contiene.
Entre las actividades que hemos planteado para los eventos de HAZ, se ha diseñado un taller de etiquetado para entender lo que compramos y poder responsabilizarnos así de nuestras decisiones.
Y RECUERDA QUE NO TODO ES COMPRAR.
EN "HAZ CAMBIO" PUEDES REPARAR O INTERCAMBIAR
¡¡MIRA BIEN LA AGENDA Y APÚNTATE!!
www.hazgreenpeace.org
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